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Brasil: Mujeres construyendo el Derecho a la Ciudad

Actualizado: 19 may 2020

Por Maria das Graças de Jesus Xavier y Débora Sanches



Según estimaciones realizadas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU, 2017), la población mundial alcanzó 7,6 billones de habitantes de los cuales (54%) viven en áreas urbanas. En este contexto, mas de 100 millones de personas no poseen un lugar adecuado para vivir y más de 1 billón residen en viviendas inadecuadas, en asentamientos informales que constituyen parcelas significativas del tejido residencial de las áreas urbanas.

De acuerdo con el documento temático organizado para Hábitat III, realizado en Quito en 2016, este tipo de tejido corresponde a:

• viviendas sin garantía de posesión, localizadas en áreas con ocupaciones ilegales o alquiler informal; • barrios generalmente aislados de os servicios básicos de saneamiento básico, agua potable, espacios públicos y áreas verdes; • prácticas excluyentes que cooperaran para condiciones históricas de desigualdades económicas y da segregación. O sea, en cualquiera de estas condiciones, la población residente está constantemente sujeta a enfermedades, violencia, remociones y gentrificación • Ese problema es una reproducción de las desigualdades socio espaciales y de ingresos existentes en los países denominados “sur global” compuesto por países en desarrollo.

El derecho y acceso a la vivienda digna no es una realidad para la mayoría de las(los) brasileñas(os), aunque el derecho fue sancionado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1948 y descripto en la Constitución Federal de Brasil en 1988, en el Art. 6º que también trata de los derechos sociales, como la educación, salud, asistencia social, transporte para todas e todos los ciudadanos.


El derecho y acceso a la vivienda digna no es una realidad para la mayoría de las(los) brasileñas(os), aunque el derecho fue sancionado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1948 y descripto en la Constitución Federal de Brasil en 1988, en el Art. 6º que también trata de los derechos sociales, como la educación, salud, asistencia social, transporte para todas e todos los ciudadanos.


- 84,4% de personas viviendo en ciudades Instituto Brasileiro de Geografía y Estadística (IBGE, 2010); - 211 millones de habitantes en el país, conforme el SNIS (2017) casi mitad de la población reside en áreas sin saneamiento básico (sin colecta de cloacas); - 35 millones no reciben agua canalizada e tratada. - la renta media de mitad de los brasileños es de R$ 820,00 (en torno de 205 dólares en 2019), siendo que 72% es destinada para los gastos con alimentación, habitación y transporte, o sea, no sobra dinero para reservas de emergencias.


En este contexto, muchas mujeres viven el día a día con la falta de planeamiento urbano en el territorio, viviendo en villas miseria, conventillos, casas de palafitos, con espacios reducidos y muchas personas habitando hacinadas, en condiciones precarias e insalubres (sin ventilación e iluminación en las habitaciones) sin agua corriente y saneamiento básico. La mayoría son mujeres negras, jefes de familias que viven en esas condiciones con sus hijos e hijas.

- En el relatorio (Retrato de las Desigualdades de Género y Raza) se indica que en 2015, los domicilios las mujeres eran referencia como “jefes de familia” son o número de 40%.


Cuando no es traducido en la práctica, el derecho a la vivienda tiene impacto directo sobre la salud de las poblaciones.

- La ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, por ejemplo, que tiene 22% de la población residiendo en villas miserias, ocupa también los primeros lugares en el ránking de enfermedades que se alimentan de la pobreza y de la vulnerabilidad social, como la tuberculosis.

- Son en las adensadas villas miserias en Río de Janeiro – donde las condiciones de habitación y alimentación de las personas son todavía peores y la ausencia de servicios básicos, como saneamiento, es sorprendente, – que la enfermedad alcanza tasas récords.

Según el Ministerio de la Salud en 2017, casos a cada cien mil habitantes:

Manguinhos - 337,4

Jacarezinho - 332,9

Rocinha - 455


El no cumplimiento del derecho a la ciudad y a vivienda adecuada por el poder público, tiene impacto directo sobre la salud de las poblaciones, generando enfermedades que se alimentan de la pobreza y de la vulnerabilidad social, como problemas respiratorios, la tuberculosis y ahora la COVID-19 entre otras.


La mirada feminista evidencia la desigualdad social de las mujeres, en especial, de las mujeres negras que viven en las periferias urbanas y rurales, no solo en Brasil, sino en toda América Latina.


Concientización y sororidad, fortalecimiento de las luchas de las mujeres en la elaboración de las políticas de vivienda y autogestión son formas de combatir la pobreza y desigualdad de género, garantizando la inclusión de las mujeres en la construcción civil, como forma de preservar el derecho a la ciudad justa e igualitaria.


Es posible, y necesario hacer de este movimiento de integración un camino para la prosperidad de la ciudad como un todo. En este sentido, las mujeres pueden ganar visibilidad se pensamos en ciudades inclusivas, construidas a partir de la mirada feminista.


Siendo así, el debate sobre género instrumentaliza la lucha de las mujeres por la igualdad de derechos a la ciudad con ideas y soluciones integradas económica y socialmente en el territorio y en el enfrentamiento a la cultura machista y patriarcal que marca nuestra sociedad, en Brasil y en el mundo.


En la carta escrita por la Articulación Brasileña por la Economía de Francisco, titulada “Carta de Clara y Francisco: del Brasil para el Encuentro Mundial en Assis” (2020), de la cual se sugiere una alternativa para el colapso de la economía capitalista – fundamentada en el patriarcalismo. La propuesta sugiere “una economía basada en los valores que nuestra civilización asocia a lo femenino: el cuidado, la colaboración, la generosidad, lo cíclico (en oposición a lo linear), la distribución”.


Todo este escenario permite, por lo tanto, afirmar que la vivienda adecuada es determinante para la preservación de la salud y en el combate al COVID-19.


"LA VIVIENDA ES LA PUERTA DE ENTRADA PARA LOS OTROS DERECHOS”



Sobre las autoras:

Maria das Graças de Jesus Xavier Bachiller en Derecho, Especialista en Políticas Públicas, Coordinadora Rede Mujer y Hábitat-Brasil, Unión Nacional por Vivienda Popular, Fellow Social Ashoka, Vice-presidenta Consejo Estadual de Defensa de los Derechos de la Persona Humana.

Débora Sanches Arquitecta y Urbanista, Socia del Centro Gaspar Garcia de Derechos Humanos, Profesora de la Maestría Profesional en Arquitectura, Urbanismo e Design del Centro Universitario Belas Artes, Profesora de la FAU en la Universidad Presbiteriana Mackenzie.

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